Evitar que los más
indefensos utilicen la Red o el PC de manera inadecuada es sencillo gracias a
las herramientas de control parental. Pero hay diferencias muy notables entre
ellas que merece la pena conocer.
Cada vez es más
importante controlar el uso que hacen del PC y la conexión a Internet los niños
y adolescentes de la casa. Para muchos padres es solo una cuestión de
«bloquear» el acceso a estas herramientas, aunque lo más adecuado pasa por
educar y, en última instancia, apoyarse en aplicaciones de control parental que
nos ayuden a evitar sorpresas.
Se trata de utilidades
que en su visión más completa permiten bloquear, controlar y registrar el uso
que se hace del PC en determinadas áreas, ya sea Internet, ejecución de aplicaciones,
comunicación con terceras personas, etc. Al final hay que ser conscientes de
que tanto Internet como el PC son un arma de doble filo: sirven para lo mejor y
lo peor que podamos imaginar, y, por ello, es importante contar con mecanismos
que limiten el acceso a cierta clase de contenidos o controlen un uso indebido
o abusivo para los más pequeños.
Los niños protagonizan
160.000 intentos de visitar webs pornográficas cada hora y no solo se trata de
impedir el acceso a contenidos subidos de tono, sino también de controlar qué
hacen en las redes sociales, si son víctimas de ataques de compañeros o de
personajes con oscuras intenciones, o si, simplemente, pasan demasiado tiempo
delante del ordenador en lugar de estudiar o salir a jugar. Por ello, un buen
control parental bien configurado nos puede ayudar a llegar donde los padres a
veces es complicado que lleguen. Y, además, de manera bastante limpia.
A nivel técnico
funcionan como un antivirus, con una serie de procesos cargados en la memoria
que controlan aspectos como los paquetes de datos que se mueven por la Red, las
aplicaciones que se cargan e, incluso en algunos casos, las pulsaciones del
teclado.
A continuación,
veremos las principales áreas que son capaces de controlar los mejores
programas de control parental y, con ello, sabremos decidir lo que necesitamos
y juzgar entre programas más o menos completos.
Contenidos bajo
control
La función más básica
de un control parental debe ser filtrar los contenidos a los que puede acceder
el menor vía el navegador web. Los más básicos utilizan simplemente listas
blancas y negras de URLs, que deberemos completar y que, en general, resultan
muy poco prácticas: si bloqueamos por defecto todo el tráfico salvo las
direcciones de la lista blanca, tendremos que añadir manualmente cada página a
mano cada vez que el pequeño nos lo pida.
• Controlar los
contenidos por los que se puede navegar definiéndolos mediante categorías es la
solución más eficiente y cómoda, aunque no todos los controles parentales la
incluyen.
Una variante de la
anterior es la que permite filtrar por palabras clave (keywords). Así, el
control parental analiza todo el tráfico y, tan pronto como detecta una
determinada palabra en una URL, título o contenido de página web, bloquea el
acceso a la misma. El problema fundamental es que es preciso cargar las
palabras en diferentes idiomas y teniendo muy claro lo que queremos bloquear.
Esto supone un gran esfuerzo y una eficacia limitada, pues algunas páginas
«buenas» podrían contener alguna de las palabras bloqueadas, aunque en un
contexto adecuado.
El siguiente paso, y
la solución más eficiente, pasa por utilizar un sistema de categorías. Es
propio de productos dedicados o de primer nivel, y permiten seleccionar la
temática de las webs que permitiremos visitar en base a una lista de categorías
que tiene la aplicación. Así, las webs catalogadas en una categoría no
autorizada o no catalogadas por la base de datos del fabricante, simplemente se
bloquearán, y aquellas que estén dentro de las categorías autorizadas se podrán
visitar sin problemas.
Las comunicaciones e
Internet
Otra área cada vez más
importante es la que atañe a las redes sociales, el chat, el correo y otros
recursos que los menores tienen a su alcance para comunicarse a través de
Internet. No dejan de aparecer en prensa casos de cyberbullying (ciberacoso), y
las redes sociales son un lugar idóneo para los que realizan estas prácticas. A
veces pueden ser compañeros del menor enviando mensajes ofensivos, y en otras
ocasiones delincuentes con intenciones más oscuras. Pero, en todo caso,
controlar lo que ocurre en los canales sociales o cuentas de comunicación que
maneja el menor es muy importante.
Para ello muchos
controles parentales permiten desde simplemente bloquear el acceso a sesiones
de chat, correo, Facebook, Twitter y otros métodos de comunicación, hasta
registrar toda la actividad en dichas redes o herramientas para entregársela a
los padres de manera periódica. Los más avanzados permiten, incluso, registrar
amigos, fotografías y datos en torno a los círculos en los que se mueve el
menor on-line. De esta forma, en el caso de que éste utilice las redes
sociales, siempre podremos detectar cualquier problema antes de que sea grave.
El control del
software
La siguiente área que
debería administrar todo buen sistema de control parental es el software que se
ejecuta en la máquina. Muchos de ellos permiten controlar especialmente los
juegos que se ejecutan en el ordenador mediante un sistema de clasificación por
edades. Hay muchos actualmente en el mundo, aunque en Europa el estándar es
PEGI (Pan European Game Information), que clasifica los juegos utilizando una
serie de rangos de edad (entre 3 y 18 años). De esta manera, si nuestro
software de control parental permite controlar la ejecución de juegos con
clasificación por edad, podemos restringir que se ejecuten aquellos que, por su
violencia o contenido explícito, estén recomendados para una edad superior a la
del niño.
El problema es que la
participación en esta clasificación es opcional y depende del desarrollador.
Por ello, nos encontraremos muchos juegos sin clasificar. Al menos, siempre se
suele ofrecer la posibilidad de restringir la carga de juegos sin clasificación
hasta que nosotros lo autoricemos.
Igualmente, es
habitual que los programas de control parental controlen la ejecución de
cualquier aplicación de la máquina. Así, podemos impedir que el menor ejecute
Skype (videollamadas), un programa que el padre tenga en el equipo para
trabajar, o cualquier otra aplicación.
A favor del uso
responsable
Además de controlar lo
que pueden y no pueden hacer los menores en un PC, también es muy importante
vigilar durante cuánto tiempo lo hacen. La regla de muchos padres de no estar
más de unas determinadas horas al día o semana delante del ordenador no siempre
es fácil de cumplir, y es probable que los menores terminen saliéndose con la
suya y aprovechando cualquier momento para ponerse a jugar o navegar por
Internet.
• La función de envío
automatizado de informes que ofrecen los controles parentales más completos es
realmente útil. Nos permite saber qué ha hecho el menor en un periodo de tiempo
y qué uso ha dado al PC
Muchas aplicaciones de
control parental incluyen un apartado que nos permite controlar el tiempo que
un determinado usuario tiene abierto el PC al día o la semana, e, incluso, los
intervalos horarios en los que puede utilizarlo. De esta manera, es muy
sencillo asegurarse de que no se pasa demasiado tiempo delante del ordenador.
Local y también en la
Nube
Es importante conocer
que hay dos tipos de software de control parental: local y en la Nube. En el
primer caso se trata de una aplicación instalada y gestionada desde el disco
del PC, muchas veces oculta a la vista (sin icono en Inicio o Agregar/Quitar
programas), y que tenemos que configurar o consultar directamente en el propio
PC en el que está instalado. La otra opción es que esté basado en la Nube, de
manera que localmente solo cargue un servicio, y que todos los ajustes,
informes y control, se realicen desde la web del desarrollador y empleando
cualquier equipo con conexión a Internet. Este último formato es el más
habitual en los productos de última generación, y también el más práctico a la
hora de gestionar el control, incluso, si estamos fuera de casa o en el
trabajo.
En todos los casos el
software de control parental ajusta los límites mediante cuentas de usuario de
Windows. Estas cuentas nunca deben tener permisos de administrador, pues, de lo
contrario, será sencillo desactivar el control parental. Además, es
recomendable dar a cada menor una cuenta de usuario propia, pues, así, podemos
ajustar cada una de manera personalizada según sus hábitos o edad.
¿Y si se inicia desde
un USB?
Lo malo de los
controles parentales es que no dejan de ser aplicaciones del sistema que, como
tales, pueden saltarse con algunos conocimientos avanzados. En el texto ya
comentamos el tema de los permisos de las cuentas de usuario y el acceso a
Windows. Sin embargo, es igual de importante impedir que el PC puede ser
iniciado desde un CD/DVD o un USB. La razón es que es muy sencillo descargar
una distribución Linux de tipo Live CD (que se ejecuta directamente desde el
DVD/USB sin instalar nada en el PC), y, acto seguido, navegar o usar el PC
libremente y sin limitación alguna del control parental instalado desde
Windows.
Para ello, tendremos
que entrar en la BIOS del PC, indicar como única unidad de arranque posible el
disco duro y, por supuesto, colocar una contraseña en la BIOS para impedir el
cambio de su configuración.
El filtrado desde los
DNS
Si solo necesitamos
controlar los contenidos a los que se accede a Internet desde casa, hay una
solución más sencilla y eficaz que instalar un control parental en cada PC. Se
trata de utilizar servicios de filtrado mediante DNS, como pueden ser OpenDNS.
Esta empresa ofrece servicios como Home VIP (19,95 dólares/año), que permite
bloquear la carga de sitios fraudulentos o de phishing, al tiempo que filtrar
las conexiones a Internet por 56 categorías. Además, podemos controlar el
tiempo de uso de Internet.
Utilizarlo es tan
sencillo como modificar los servidores DNS que sirve el router al asignar las
IPs por DHCP. Con esto, cualquier equipo de la casa (incluso los tablets y las
consolas) estarán protegidos contra las conexiones no deseadas y a nivel de
red, sin necesidad de programas locales de control parental.
Eso sí, basta
modificar manualmente los DNS de los dispositivos para saltarse la protección.
Si el menor tiene los conocimientos para hacerlo, la única opción pasa por
contar con un router con cortafuegos integrado donde, además de hacer el cambio
anteriormente indicado, tendremos que bloquear el puerto que usa el protocolo
DNS (TCP 53). En los foros de OpenDNS incluso hay trucos para, mediante métodos
IPTables, lograr que todas las peticiones que pasen por el router sean
automáticamente redirigidas hacia los servidores de OpenDNS y se ignore
cualquier otro.
Lo más importante es
educar
A la hora de instalar
un férreo control parental en el PC de casa, es importante tener claros
nuestros objetivos y, sobre todo, la edad del menor a controlar. Con niños
realmente pequeños quizá baste instalar el control parental y limitar su acceso
a todo lo que consideremos oportuno sin darle más vueltas. Si el niño no puede
entrar en una página o arrancar un juego, lo normal es que no tenga mayores
consecuencias.
• Un ejemplo de
control parental basado en la Nube es Norton Online Family, que, incluso,
permite controlar a los usuarios o aprobar webs en el PC desde cualquier
navegador a través de Internet.
Sin embargo, en la
época de la adolescencia (la más delicada en el uso de Internet) puede ser un
punto de fricción importante, sobre todo si otros amigos no tienen limitaciones
en sus casas. Por ello, es muy recomendable optar por una estrategia de
supervisión más que de bloqueo, y siempre educar al menor en el uso del PC e
Internet, haciéndole ver los riesgos y peligros, e instándole a conocer que el
software de control parental está instalado y que es por su propia seguridad.
En caso contrario, si
detectamos cualquier actividad que reprender, solo tendremos una oportunidad
para descubrirnos y mermaremos la confianza del menor en nosotros, pues se
sentirá espiado y controlado en la sombra. A partir de ahí, será mucho más
difícil razonar con él y hacerle ver las razones que nos llevaron a implantar
el sistema de monitorización.